jueves, 27 de septiembre de 2012




  Hoy nos sentimos en la necesidad de escribir sobre Juan Tomás Martinez, los que le conocimos, todos los que subimos el Urriellu por la vía que él junto con su hermano Alfonso abrieron, para que se accediera a su cima de la manera más eficiente posible y también todos los amantes de nuestras montañas y de sus historias, tenemos que sentirnos hoy un poco más pobres por que precisamente ha fallecido la última leyenda de la historia de los picos y del "picu" en particular.
  Sentimos la necesidad de escribir algo sobre Juan Tomás Martinez, pero al leer este artículo de Fulgencio Fernández en La Crónica de hoy no creo que podamos hacer nada mejor que ponerlo tal cual, nadie mejor que Fulgencio para contarnos sobre el paisanaje de nuestra tierra y de esa manera que tanto nos gusta.
   Por tanto esperemos que los que no le conocísteis lo hagáis así y a los que de Juan Tomás Martínez ya sabíais, le  hagáis un pequeño homenaje recordándole a través de estas líneas, homenaje que esperamos se haga oficial por las instituciones y federaciones de montaña de Asturias y de C. y León.

               Club de Montaña Pandetrave.



GENTES DE LEÓN / Obituario

El último mito de los pioneros de la montaña, el último Cainejo

F. Fernández/ León
La noticia llegaba envuelta como un nombre más en medio de un suceso: Juan Tomás Martínez, de 92 años, fallece al incendiarse su casa en Caín. Pero no era un suceso más, en la comarca era uno de sus vecinos más queridos e ilustres, en la montaña era un mito, en la historia era uno de los grandes pioneros, seguramente el último vivo de la raza del recordado Cainejo. Era Juan Tomás, un montañero inmortal pues ha dejado su nombre escrito en la historia del deporte o de la aventura pues Juan Tomás había abierto con su hermano Alfonso, en 1944, la llamada vía directa de los Martínez al Urriellu, que los montañeros definen como “una auténtica joya por su lógica y accesibilidad”. Juan Tomás había sido, además, el más histórico y recordado guía del pico Urriellu.
Un mito.
Según se fue conociendo su trágica muerte se fueron desatando los recuerdos y los comentarios de los montañeros que siempre habían buscado en Juan Tomás el consejo más sabio. Y lo habían encontrado. Todo el que haya pasado por Caín tiene un recuerdo de este montañero, el fotógrafo de esta casa M. Marcos se mueve por el monte con un vara que le dio el fallecido; el montañero J.L. Marla recuerda sus encuentros con el fallecido y, a la vez, hace historia de este mito de la montaña: “Al llegar a Caín y preguntar por Juan Tomás a personas del pueblo, enseguida me indicaron su casa. Salió a la puerta un hombre con un aspecto sano y joven para la edad que tiene; yo había estado con él la ultima vez hacía ya veinte años y se acordaba perfectamente; recordamos como era Caín cuando yo estuve allí la segunda vez, hace 53 años, y de todas sus indicaciones que nos hizo sobre las rutas que podíamos hacer, al Hou Santu por Mesones, a Ario por Trea... Hablamos, como no, de su padre Víctor de lo joven que había muerto, de la amistad de D. Pedro Pidal con los Martínez, del nombramiento en 1918 de su padre como Guarda del Coto de Su Majestad. Me confirmó que en el verano de 1927 cuando su padre sube a su hermano Alfonso por primera vez al Picu éste le dijo en la cima: ‘Yo ya estuve aquí, ves aquel montón de piedras, púselas yo’. Os podéis imaginar lo que disfruté mientras me enseñaba fotos y placas commemorativas de toda una vida dedicada a dar a conocer las maravillas de Picos. Me confesó que le habían hablado de ir a vivir a la zona de León capital pero que él no quería abandonar sus Peñas y que seguiría viviendo allí con sus recuerdos. Eran 10 hermanos y ya solo le queda una hermana”.
Su muerte deja sola a su hermana como última Martínez y confirma la decisiónde Juan Tomás de quedarse a vivir allí en la montaña, aunque le costara la vida, como a tantos montañeros, la pena es que como su salud se había deteriorado estaba a punto de ‘bajar’ para Cangas, en unos pocos días.
Conocí a Juan Tomás en el año 2004, siguiendo la huella del Centenario de la primera ascensión al Naranjo y sobre todo la vida de El Cainejo. En Caín pregunté por la familia de Gregorio y pronto me dijeron: “Mucho mejor te lo cuenta Juan Tomás”. Allí estaba, al sol, esperando que pasara alguien, protestando por algo, dicen los vecinos.
- ¿JuanTomás?
- El mismo.
- Contigo quería hablar.
- ¿A dónde quieres subir?
- ¿Me ves pinta de subir nada?
- ¿De qué quieres saber?
- De El Cainejo.
- Hombre, El Cainejo y Don Pedro (Pidal), que también era un personaje.
Y habló y habló, toda la tarde. De Picos, de la montaña, de él mismo, de su padre y los Martínez, de tanta gente como murió en aquellas tierras, de tanta gente como conoció... Y del orgullo que le producía que unos días antes había recibido el título de Asturiano del Mes que le concedió La Nueva España.
- Pero, ¿eres asturiano o eres de León?
- Las dos cosas, ¿o no se puede? Nací en 1919 en Camarmeña pero vivo en Caín desde niño, ¿de dónde soy? Del Urriellu.
- De donde te de la gana.
- Eso es razonar.
Y fue desgranando muchos recuerdos de la montaña, que había sido su vida. “Fui guarda de la Reserva y guía especialista, en 1933, con 14 años, ya subí por primera vez al Picu. Ya era sherpa antes de la guerra y no hay dedos para contar la gente que pude subir a la cima del Urriellu, hasta 10 en un mismo día. De todas las edades, el más rapaz que recuerde es un neno de 6 años de Pola de Laviana y el más viejo, ¿qué te diría?...”. Y habla y habla y recuerda...

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